Brújulas que no señalan al norte

Lo admito, a mí me ganaste entre caricias descoordinadas.
Y vale, supongo que lo de tener las brújulas rotas nos vino bien a ambos.

Eso sí, yo me cuelgo de tus puntos cardinales
con la condición de que tú,
pierdas el norte entre mis piernas.

No me vengas con la excusa de que el destino,
jugaba a las cartas con nosotros.
Que yo a ti ya te conocía,
aunque fuera de vista (en sueños).

Así que descuida, que al siguiente poema invito yo.
Además, si de mí depende...

...tendrás más de una oportunidad para devolverme el favor. 

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