Encajas en mi abecedario (II)

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“M” para matarte de sueño, contándote los míos,

y quién sabe… quizás para mordernos los insomnios.

La “N” duda qué hacer cuando te ve: 

Te negó en mi cabeza cuando mis ojos se posaron en tu cuerpo por primera vez.

Te nombró cuando el mismo cuerpo en el que mis ojos se posaron para negarte, acabó arrancándome gemidos de placer.

Te necesitó cuando ese cuerpo en el que me posé, negué, y nombré por robarme suspiros; se alejaba un par de km de mis piernas.

Con la “O” tengo tres opciones:

Observarte cuando crees que no te miro.

Oír tu respiración cuando duermes.

Obligar al miedo a que se someta al poder de tu mirada…

Mi “P” es para pasearme desnuda por tu habitación,

y convertirte en el peaje de mis caricias.

La “Q” quiere quererte,

pero es que hay veces que eso se le queda tan corto…

Mi “R” eres tú. Punto.

¿La “S”? Para mis medias sonrisas de madrugada.

Las que sólo tú me sabes sacar cuando compartimos cama.

La “T” de mi abecedario es para tentarte a seguirme a cualquier parte del planeta.

Para tocarnos cuando se apaguen las luces,

y tirarnos horas hablando sin palabras.

Mi “U” es para usarte y no sólo en momentos de urgencia.

También para ubicar en el mundo un pequeño fuerte,

en el que sólo se pueda acceder si te quitas una prenda y una duda.

La “V” te la robo para decirte que el verdadero amor,

es reconocer que por toda una vida,

serás mi violador consentido.

Mi “W”, “X”, “Y” y “Z” son misterios disfrazados de incógnitas.

Son dudas que si en algún momento existiesen,

esperarán ser despejadas por tus labios.

Y así llego al final, para darme cuenta de que al hablar de ti siempre me quedaré corta.

Sólo sé que cuando me quede sin letras para expresar todo lo que me haces sentir…

 …optaré por inventar nuevos abecedarios que fracasarán en la tarea de abarcarte.