Es igual

No me acuerdo a qué sabía tu recuerdo, 
no sé siquiera si alguna vez llegué a probarte.

Le echo tierra a la noche que pasamos juntos, 
a los besos que nos dimos,
y a las malditas mariposas que se paseaban por allí.

Ya ni te pienso, 
aunque las paredes se dedique,
a arrojar tu nombre en mi cara.

Ya no sé si creerme las palabras 
que susurraste cerca de mi cuello, 
y creo que pronto irán al cajón 
de esas cosas que no existen: 
el Ratoncito Pérez, 
los “para siempre”,
la democracia,
los “no eres tú, soy yo” 
y el poquito de amor propio que me quedaba.

Empiezo a cogerle el gusto
a esto de que me roben pedacitos de mi alma, 
la putada es pararse a recomponer un puzzle 
que cada día está más loco. 

La putada es armarlo sin tener apenas piezas…
La putada es que me armen…
… si es que hay que ver, menudas putadas me armo.

Y entre putadas y patadas muy putas, 
me voy llenando un poquito más de odio. 

O de fuerza, que para el caso no es lo mismo...
... pero es igual. 

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