Fases
Un rumor de alas y picos pasó zumbando por un oscuro callejón. La Muerte llegó meditabunda al bar de la esquina. Con una parsimoniosa lentitud se sentó en un desgastado taburete.
Alzó la cabeza y pidió una cerveza.
“Otra mujer hermosa…” pensó mientras recordaba a la última víctima de su agonizante jornada.
Encendió un cigarrillo y aspiró el humo, cerró los ojos. Sin duda alguna disfrutaba del momento.
En ese preciso instante el camarero sacó una jarra y vertió en ella el espumoso líquido. Los dedos corrompidos del andrajoso ser se cerraron en torno a la jarra. La defunción personificada tragó incesantemente el turbio contenido.
Tras hacer esto, la Muerte susurró:
-Esto…sí que es vida.
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